Aunque el sol engaña, seguimos en invierno. Es importante seguir tomando las precauciones

cuidado_desabrigarEl virus sincicial respiratorio (VSR) es uno de los principales causantes de la bronquiolitis, una enfermedad respiratoria que afecta las vías aéreas inferiores o bronquiolos, se contagia fácilmente y se transmite de persona a persona por el contacto directo con secreciones nasales. El invierno y las bajas temperaturas son el peor momento para los chicos. Que el frío haya menguado no significa que haya que dejar de prestar atención a los síntomas.

El VSR representa un riesgo para la salud pública por el gran número de hospitalizaciones en los bebés de alto riesgo como los prematuros de bajo peso, con afecciones pulmonares y los chicos con cardiopatías congénitas.

«Dos tercios de los menores de dos años podrían verse afectados por este virus, pero hay que destacar que no ataca a todos por igual; sin duda los más vulnerables son los del grupo de riesgo», confirmó Guillermo Colantonio, jefe de neonatología del Sanatorio Finochietto y coordinador de neonatología de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina.

La bronquiolitis es una enfermedad estacional que «aparece en brotes epidémicos cada invierno que pueden durar hasta cinco meses. En Argentina casi no circula en otras épocas del año», explicó Colantonio. La falta de ventilación de los espacios cerrados, y la mayor permanencia en ellos a causa de las bajas temperaturas, pueden proveer condiciones ambientales que facilitan la transmisión de persona a persona.

Los chicos más vulnerables «son los bebés menores de 32 a 35 semanas y con un peso menor a 1.500 gramos», aclaró el especialista; o con ciertas afecciones pulmonares producto de haber recibido ventilación mecánica por largo tiempo, así como niños con cardiopatías congénitas.

Esta población tiene un riesgo 4 a 5 veces mayor de hopitalización por infección por VSR respecto de los niños sanos, como también, más riesgo de evolución grave y complicaciones.


Contagio

El virus sincicial respiratorio (VSR) es altamente contagioso, sobrevive horas en superficies no porosas como mesadas, ropa o juguetes, y entre 30 y 60 minutos en la piel.

Las formas de transmisión más comunes son:

  • Contacto con las secreciones.
  • Aerolización (nariz-ojos).
  • A través de fomites (objetos).

Para prevenir la bronquiolitis no existe una vacuna, por eso es muy importante reducir la exposición del bebé al virus y para esto se recomienda:

  • Impulsar y mantener la lactancia materna.
  • Lavarse las manos al regresar a casa luego del trabajo, la escuela o una salida.
  • Generar ambientes libres de tóxicos como el humo de cigarrillo, que disminuye el funcionamiento de las defensas del aparato respiratorio en los niños más pequeños.
  • Cuidar el aire interior de las viviendas también requiere evitar el humo de leña, ventilar las habitaciones donde hay brasas o una llama porque producen un gas tóxico (el monóxido de carbono), cuidar la casa del moho y la humedad para prevenir el desarrollo de bacterias y evitar la aplicación de insecticidas en aerosol.
  • Evitar el hacinamiento porque se favorece el contagio.
  • Concurrir a los controles rutinarios con el médico.
  • Cumplir el calendario nacional de vacunación y con las inoculaciones que determine el pediatra, tanto para el bebé como para quienes conviven con él.
  • Para los más vulnerables es fundamental cumplir con el esquema completo de inmunización pasiva que actúa como un «escudo» para la protección de esta población.

La inmunización pasiva está incluida en la «Estrategia Integral de Prevención de Infecciones Respiratorias en prematuros de alto riesgo» del Ministerio de Salud de la Nación y en niños con cardiopatías congénitas con inestabilidad hemodinámica significativa, según las recomendaciones consensuadas con las sociedades científicas. La inmunidad persiste por un período acotado de tiempo, por lo que es fundamental la aplicación mensual de las dosis para mantener los niveles adecuados de anticuerpos durante la época de mayor circulación viral.

La inmunización pasiva debe acompañarse además de todas las demás medidas de prevención. «En la población vulnerable, diversos estudios demuestran que si se llevan adelante todas estas medidas de forma conjunta, disminuye la tasa de hospitalización, los días de oxígeno, la gravedad del cuadro respiratorio y, junto con ello, la disminución de la mortalidad también es significativa», aclaró Colantonio.

Cuánto más pequeño es el niño, más importantes pueden ser los síntomas. «Junto con la aparición de los primeros síntomas, como dificultad respiratoria, agitación, dificultad para comer o dormir, es fundamental consultar con el médico», concluyó el especialista.


Principales síntomas

Mucosidad nasal. Tos, catarro. La respiración se hace más rápida (taquipnea) y aumenta la tos. Tiene la respiración ruidosa con silbidos (sibilancias). El niño se agita fácilmente. Al respirar se le hunden las costillas. Tiene dificultad para alimentarse o para conciliar el sueño. Tiene la piel azulada o muy pálida. Tiene fiebre, con temperatura mayor a 38 grados.

 

Fuente: http://www.lacapital.com.ar/el-peligro-desabrigar-los-chicos-antes-tiempo-n1207279.html

 

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